Descripción gráfica de intenciones o experiencia visual de la obra
Quien dude acerca de la aportación esencial de la tecnología digital al proyecto de arquitectura, debería considerar lo siguiente. El dibujo, aún en manos de un virtuoso, es un instrumento de representación, es decir, actúa presentando la imagen plana de una realidad tridimensional. Por su propia naturaleza, favorece la dimensión figurativa de lo que es en realidad una construcción espacial.
En la fase del proyecto, el dibujo representa intenciones: en el mejor de los casos, esboza el propósito de quien actúa, sin permitir un juicio crítico riguroso sobre la propuesta. Este déficit no suele ser advertido por la mayoría de arquitectos, porque su formación “conceptual” trata más bien de eludir el momento del reconocimiento visual de las propuestas. Es más fácil “opinar” sobre cualquier episodio de un documento plano que juzgar la consistencia formal de un episodio espacial. En efecto, la proyección plana “es más fácil de conceptualizar”, es decir, la proyección plana facilita la reducción a concepto lo que en realidad debería ser fruto de la acción de los sentidos orientados por la razón.
Pero el uso de proyecciones planas en el proyecto no solo dificulta el juicio sobre lo que se va elaborando, sino que, en la medida en que pone el foco en la disposición de elementos en el plano, desvanece la espacialidad esencial de la arquitectura, lo que pervierte la mirada, poniendo el foco en aspectos en absoluto esenciales de la arquitectura.
El dibujo en perspectiva, aún en el caso inhabitual de que esté resuelto con rigor métrico, ofrecen un aspecto del edificio por cada imagen, lo que propicia el error de reducir la totalidad a una o dos vistas, consideradas principales. En realidad, más que para comprobar el edificio, el dibujo en perspectiva se ha utilizado para transmitir sus aspectos generales a los clientes o jurados de los concursos, cometidos ambos para los que la precisión no es un atributo determinante.
La fortuna de los modelos materiales en las últimas décadas se debe más al declive vertiginoso de la habilidad en el dibujo que a la su aportación real a la conciencia del edificio: la maqueta en contadas ocasiones se usa como instrumento de proyecto, debido a lo limitado de su ayuda. Se ha usado, en general, como instrumento de venta: primero, del proyecto a la inmobiliaria y, después, de la inmobiliaria a los compradores.
El dibujo, de todas maneras, aun cuando lleva al dominio de la representación una realidad que es esencialmente constructiva, ha sido importante para la arquitectura, mientras no ha habido otro instrumento más adecuado, de un modo similar a como las sanguijuelas han aliviado a los hipertensos, mientras no existían fármacos específicos.
El modelado digital procede construyendo, no representando: es decir, el modelo se construye a base de la articulación de elementos constructivos, pero, a diferencia del modelo físico, determinado por las limitaciones del material que se utiliza, el programa informático permite construir con elementos análogos a los de la construcción real. El modelo no se dibuja con líneas, sino que se construye con elementos: forjados, pilares, marcos, vidrios, barandillas, cielos rasos, etc., son elementos de la construcción material, a partir de los cuales s4e afronta el modelo digital. Así, el modelado digital exige un conocimiento claro y riguroso de la construcción arquitectónica.
Esta exigencia tiene una dimensión claramente didáctica, en cuanto que mejora la competencia constructiva, tanto técnica como formal, de quien lo utiliza. Este hecho bastaría por si solo para justificar el uso sistemático del modelo digital en el proyecto de arquitectura desde el inicio de los estudios de arquitectura.
El proyecto definitivo se alcanza a través de un proceso en el que el planteamiento de partida puede sufrir vicisitudes estimuladas por las fases intermedias por las que pasa el desarrollo. El proyectista con la mirada cultivada recibe los estímulos de la verificación visual de los distintos momentos por los que pasa el objeto de su trabajo. Una verificación que en el modelado digital se aproxima mucho a la experiencia visual de la obra, por cuanto se realiza sobre un objeto tridimensional que puede ser visitado visualmente con su materialidad concreta, desde cualquier punto de vista, con cualquier situación de asoleo, emplazado en su lugar, etc.
Es evidente que, ni contando con un equipo excelente de dibujantes, se puede disponer de una situación similar, usando los instrumentos del dibujo tradicional.
Resumiendo: el uso de modelado digital: a/ introduce una disciplina constructiva que actúa en beneficio de la calidad de la obra, b/ estimula la solvencia constructiva -material y formal- de quien proyecta, al exigirle actuar no tanto sobre los elementos, cuanto sobre las relaciones entre ellos, y c/ permite un juicio crítico solvente sobre las diferentes fases del desarrollo del proyecto, y propicia la conciencia plena de los atributos del proyecto acabado.
En realidad, se trata de optar entre la descripción gráfica de las intenciones y la experiencia visual de la obra.
IV-2016
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