Mirar

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Fijar deliberadamente la vista en algo; tener cierta finalidad en lo que se ejecuta; observar, apreciar, guardar relación, pensar, averiguar, buscar: estos son algunos de los sentidos que el diccionario relaciona con la acción de mirar. Tengan o no que ver con la vista, todos ellos se refieren a la acción de investigar, inquirir, examinar, ahondar en algo.

Mirar es la actividad indagadora de la visión, es el momento en que el sentido de la vista supera la mera sensación ligada a la apariencia para penetrar en la estructura vinculada a la esencia. Tener sentido de la forma -repito una con frecuencia- es ver relaciones donde la mayoría solo ve cosas. La mirada cultivada reconoce la estructura formal de los edificios, cuando la mayoría solo aprecia su figura, su imagen.

"Yo miro para que los demás vean", decía hace unos días el fotógrafo Pablo Armestre, uno de los fotógrafos que mejor ha narrado los encierros de Pamplona, probablemente porque decidió representar la calle, en vez de limitarse a los corredores y los toros: utilizó la fotografía para construir un espacio nuevo y efímero -la calle repleta, los balcones ocupados-, más allá de su mero cometido documental.

Las imágenes que siguen son un producto más de mi actividad constructiva: en efecto, los mismos criterios con los que ordeno un banco público, un edificio o un barrio, me sirven para aislar un fragmento de la realidad material, de modo que la consistencia formal del fragmento le garantiza una identidad distinta -no independiente- de su realidad material.

 

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