Casa sobre el lago

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2014

En su desorientación prolongada, los arquitectos han probado todo tipo de argucias conceptuales para amenizar un panorama sin criterios ni otros estímulos que unas ocurrencias privadas que quieren distraer pero acaban empalagando.

Cuando se ha querido tomar distancia respecto de la banalidad y arbitrariedad del ambiente dominante, se ha recurrido -a menudo- al abuso figurativo de la técnica. Esta actitud -que sirvió de base a ese avance del postmodernismo que se conoció como new brutalism- parte de que los atributos artísticos de cualquier tipo son solo meras entelequias ante la representación honesta -inmediata- de la técnica constructiva.

Así las cosas, se da por sentado que habitar una caja de hormigón o transitar sobre una viga de gran canto son experiencias que excitan por su condición intrínsecamente arquitectónica.

Grandes luces y voladizos innecesarios son considerados a menudo como rasgos de calidad de la obra, aunque ninguna circunstancia del lugar, la construcción o el programa los demande.

A primera vista, la casa sobre el lago puede parecer una broma. De hecho algunos amigos lo han creído así. No negaré que este -como otros proyectos que constan en esta página- trasluce cierto sentido del humor que de vez en cuando provoca una sonrisa a mi espíritu.

Volar sobre la pendiente para aproximarse a un lago -o a un río-, solo tiene sentido si es para alcanzar un nuevo punto de vista sobre el entorno, concretamente para ver la orilla en escorzo, ya que ver la otra orilla desde unos metros más cerca no cambia sustancialmente la experiencia visual.

Si la singularidad del habitante demandase una experiencia así, cabría proyectar algo como lo que muestro.

En ese caso el recurso a la técnica constructiva habría tenido una buena -aunque rara- causa.

Lo explícito de la sección me exime de cualquier explicación sobre el recurso técnico sobre el que se basa el proyecto.

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