Edificio con estructura externa

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2018

Una vez ensayado el uso de la estructura externa en una torre, me ha parecido de rigor explorar el otro caso en el que el uso de este tipo de soportes es razonable, incluso indicado, en determinadas circunstancias. Me refiero a edificios de una sola crujía, con una luz considerable. La Facultad de Arquitectura de Mendoza (1963), de Enrico Tedeschi, a la que hice referencia en el proyecto anterior, es un ejemplo claro del edificio que comento.

Si, en Mendoza, Tedeschi se propuso “mostrar” la estructura de la Facultad, yo me propongo en mi proyecto “representarla”. Este importante matiz define dos ideas de arquitectura bien distintas: probablemente, nadie clasificará mi proyecto de “brutalista”, como la mayoría de críticos califican al edificio de la Facultad de Arquitectura de Mendoza.

No voy a extenderme en la diferencia entre “mostrar” y “representar”, porque ambos términos tienen un significado bien preciso en la lengua castellana: en todo caso, señalaré que en mi proyecto he obviado el propósito descriptivo –tan didáctico, por otra parte- que se aprecia en el edificio de Tedeschi.

Toda mi arquitectura se basa en la “representación de la construcción”, entendida como un modo peculiar de mostrarla, con un interés distinto del meramente descriptivo: el representar es un modo indirecto de mostrar, filtrado por las intenciones de quien proyecta. Un modo que, si bien no es literalmente descriptivo, no puede incurrir, de ningún modo, en simulación o fingimiento.

El edificio tiene una única crujía de 15 metros de luz, lo que obliga a unas jácenas –en mi caso, semiempotradas- de cierto canto, lo que obliga a garantizar la estabilidad longitudinal del edificio: la estructura triangulada la avala.

 

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