Seis manzanas con torres

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2018

Cuando regreso a Barcelona desde Blanes por la Ronda de dalt, poco antes de la Vall d’Ebron, siempre detengo un instante la mirada en los tres grupos de torres que limitan por el norte el Poligono de Montbau (1957-65), de los arquitectos Giraldez, Lopez Iñigo & Subias. Precisas, tanto en su estructura como en su disposición, constituyen uno de esos episodios que hablan de tú a la montaña, y la ayudan a ser paisaje.

Encontré su planta en un rincón de la red y me animé a reconstruirlas, es decir, a proyectarlas de nuevo, a mi manera, pero sin ignorar los valores que movieron mi interés. Traté de conservar su proporción: altura doble que la anchura, poco más o menos.

La planta que encontré presentaba un error en la escalera –probablemente debido a quien la redibujo para publicarla- que cuestionaba la posibilidad misma de la organización. Lo resolví, haciendo las viviendas de dos tamaños distintos, lo que no afectó la concepción general.

El paso siguiente fue ensayar un modo de asociación para formar ciudad: no renuncio jamás a comprobar la capacidad de los edificios que proyecto para configurar espacio urbano y asumir, así, su cometido esencial, que está en la ciudad, no en las revistas especializadas.

Como suelo hacer en estos casos, elaboré un patrón que hiciera compatible la proximidad de las torres con las vistas hacia el exterior, de modo que solo con una rotación en las manzanas centrales se evita la repetición sin renunciar a la sistematicidad: la disposición de las barras comerciales confiere centralidad cívica a la calle sobre la que se estructura el pequeño distrito. Los edificios complementarios –expo, música, restauración y bar- refuerzan el temple urbano del conjunto.

 

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